A fines de 1993 tuve una conversación con mi hijo de 26 años sobre nuestro país y su futuro,
que publiqué en el
diario Expreso de Lima. Han pasado dos décadas y la repito aquí porque creo que el mensaje sigue
vigente.
A ver qué les parece.
a mi hijo y al tuyo
Me llamó mi amigo y me disculpé de atenderlo dándole a decir que estaba
platicando con mi hijo. Sí pues, le dije, estaba con mi hijo viendo la patria del mañana, sí,
así de rimbombante como suena. Luego de una breve alocución coincidió conmigo ya que él
también anda en lo mismo con el suyo.
Nunca más nos ha de pasar esto, hijo, nunca más. Que hayamos estado
acercándonos al infierno fue responsabilidad de los de mi generación, es ahora
responsabilidad de los de la tuya la de ver que nunca más nuestra patria se asome a
eso.
Yo crecí en un Perú hermoso, pero cansado, tú entras a la vida en
una tierra fea pero en marcha. Comencé con una halagadora promesa agotada, tú
sales a la vida con una tragedia por detrás y un mundo por hacer. Nuestra patria, hijo mío,
hasta hace poco estuvo a punto de sucumbir, sí, a punto de irse al demonio, y estamos
saliendo de ahí. Habrá quienes les digan que sí y los que no, los que esto y los que lo
otro... escúchenlos, es bueno que lo hagan, pero si las dudas los acechan que vengan donde
mí, a donde los de mi generación. Les diremos que ya no hay izquierdas ni derechas, ni
siquiera arribas y abajos, que hoy la misión de las gentes es entregarse a trabajar, decirles
que la riqueza de las naciones, en buena cuenta, está en la cantidad de trabajo que su gente
entrega.
No te dejes llevar por quienes dicen pobres los pobres, suena bien, pero en
Perú casi todos somos pobres, pero por razones más duras que el frío ingreso per cápita. En
nuestra patria muchos somos pobres porque hemos perdido la riqueza de mente para dejar de
serlo, o porque nos cerraron la confianza en la fe, o porque nos mutaron la resolución a
emprender tareas.
No te dejes alumbrar por los logros del gobierno de hoy, tú eres joven, míralo
a distancia, apóyalo en lo que creas que hace bien y, como dicen ustedes, dale duro en lo
otro. Tengo buenos amigos en el gobierno de hoy, tú no los conoces y eso es mejor, si ves que
hacen mal, dales duro también. La misión de los jóvenes es asimilar lo que de bueno, en su
momento, tuvo este gobierno y en vez de quedarse masticando lo malo que tuvo, es preferible
buscar lo mejor que pudiera hacer.
En la opinión pública, hijo, a la que ni tú ni yo queremos ir pero a la que la
vida nos arrastra de tiempo en vez, hay que sacar la hombría y la decencia, ponerlas de arma
y peto y actuar con la mente limpia y clara.
Hoy ves que está en debate la responsabilidad de una guerra que llaman sucia.
Cuando oigas eso, pregunta ¿Cual guerra es limpia? Ahora que estás viendo
que del extranjero nos llaman la atención por los estragos de la guerra que hemos
ganado, diles ¿Y sus guerras? ¿No fueron acaso inmundas? Pero inmundas
por millones, con gases mostaza y átomos candentes, con ghettos y niños escuálidos entrando a
cámaras de gas.
Hemos ganado una guerra que nosotros no la comenzamos, a mansalva fuimos sutil
y cruelmente agredidos por la espalda. Mataron a nuestros hijos y a nuestros hermanos y por
diez años de gobiernos incapaces e irresponsables estuvimos cerca de perder la
patria.
Ahora que comienza la paz, está bien que hurguemos por los excesos, pero sin
olvidar que estábamos en guerra y la ganamos.
Felipe de Lucio
Año de 1993
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